El pueblo de Israel era amurallado y en gran parte su seguridad dependía del soldado encargado de anunciar si estaban en peligro de ser atacados por el enemigo.
Este soldado recibía el nombre de atalaya al igual que la torre en la cual él estaba para ejercer su función de centinela.
Hoy como pueblo de Dios todavía mantenemos una guerra solo que nuestra lucha no es de manera humana. Efesios 6: 12 “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.”
Ezequiel recibió la orden de ser un atalaya. V 17 a “Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel;” Y su función era oír la palabra de Dios y darla a conocer. Cosa que todos podemos hacer. El problema es que muchos cristianos ya no se reúnen a escuchar palabra, lo único que les interesa es recibir milagros, es decir las añadiduras. V 17 b “oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte”
Algunas de las funciones del atalaya es denunciar el pecado, y proteger al pueblo, algo que todos podemos hacer, protegernos mutuamente a través de la oración. 1 Pedro 5: 8 “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;”
El ser un atalaya es una gran responsabilidad si no anunciamos la verdad y por esta razón alguien se pierde los culpables somos nosotros. V 18 “Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano;”
Si anunciamos la verdad por dolorosa que sea tendremos recompensa. V 21 “Pero si al justo amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma.”
El atalaya no puede hablar de su propio intelecto, el solo habla cuando Dios le habla. V 26-27 “Y haré que se pegue tu lengua a tu paladar, y estarás mudo, y no serás a ellos varón que reprende; porque son casa rebelde. 3:27 Mas cuando yo te hubiere hablado, abriré tu boca, y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: El que oye, oiga; y el que no quiera oír, no oiga; porque casa rebelde son.”
Nadie da de lo que no tiene, si quieres hablar palabra debes comer palabra. V 1-3 “Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel. 3:2 Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo. 3:3 Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.”
Si quieres hablar de Cristo debes comer su carne que también es su palabra. Juan 6:56 “El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.”
Un verdadero atalaya no trata de agradar a los hombres como si lo hacen muchos falsos pastores que quieren llenar sus iglesias en base a mentiras, con estrategias del mundo. 1 Tesalonicenses 2: 4 “no que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.”
A la gente no le gusta que se le hable la verdad. V 7 “Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón.” Cuantas veces en los cultos cuando Dios no habla fuerte, nos exhorta decimos es que el pastor me las hecho, Dios nunca nos la hecha, el nos habla de manera directa nos dice en que es que estamos fallando.
Cuando nosotros tomamos la decisión de convertirnos en atalayas es Dios mismo quien nos prepara. V 8-9 “He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes. 3:9 Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde. ”
Un atalaya de Dios no lucha en sus fuerzas es el espíritu de Dios quien lo levanta cuando parece que todo está mal. V 12,14,24 “Y me levantó el Espíritu, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar; Me levantó, pues, el Espíritu, y me tomó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu, pero la mano de Jehová era fuerte sobre mí; Entonces entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y me habló, y me dijo: Entra, y enciérrate dentro de tu casa.”
Tenemos que enamorarnos de la verdad, tenemos que amar la palabra de Dios, de esta forma nunca nos cansaremos de compartirla a tiempo y fuera de tiempo. V 10 “Y me dijo: Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye con tus oídos.”